Copio el texto que va a ser modificado, luego de casi diez meses del nacimiento de mi hija:
"El Síndrome de Down llegó a nuestra familia cobijado en una personita hermosa, dulce, vivaz y llena de ternura. Alma nos lo presentó en vivo y en directo, en la sala de partos, el 25 de octubre del 2012. Pasamos por la tristeza absoluta, la negación ciega, el miedo que sofoca...y comenzamos de a poco a dejar de ver el síndrome, para comenzar a mirar a nuestra hija, a la luz de nuestra vida."
La que llegó a nuestra familia y nos hace día a día plenamente felices, es ALMA, no el síndrome de Down. La tristeza, la negación y el miedo ya desaparecieron, aunque debo reconocer que fueron sentimientos sanos y necesarios...y ahora nos queda, lo que siempre tuvimos pero no siempre pudimos ver con toda su intensidad: lo maravillosa que es nuestra hija, su capacidad para sorprendernos con su esfuerzo, su alegría, sus logros, su simpatía y empatía, su facilidad para aprender y su gran amor.
Hace meses que no siento la necesidad de buscar una sola descripción de patologías vinculadas al síndrome en Internet. Ya me convencí, de nada sirve anticiparse y preocuparse por lo que pueda llegar a tener mi hija. Cuando llegue algún desafío, nos prepararemos para superarlo. Ahora, sólo me concentro en disfrutar a mi niñita, a cuidarla con todos los controles de rutina y a estimularla mucho, con sus sesiones de estimulación temprana y musicoterapia (que la ayudan muchísimo) y con juego, disfrute, charlas, paseos, abrazos, contacto con personas (de la familia y desconocidas), canciones, besos...la estimulación de la vida misma, de lo cotidiano.