martes, 15 de abril de 2014

¡Gracias Alma!

          Control pediátrico, a días de cumplir los 18 meses. Aumento de peso excelente, más de 400 gramos, Alma come mucho mejor y prueba todo lo que se le ofrece.  Continúa con sus dos problemas históricos: el mal dormir y la constipación. El primero seguimos atribuyéndolo a la lactancia y el segundo a la hipotonía característica que suele enlentecer el tránsito intestinal.
          Le pregunté nuevamente a la pediatra sobre la necesidad de realizar una consulta con un neurólogo infantil y volvió a contestarme que no existía sintomatología que la justifique y mucho menos hacerle un electroencefalograma u otro estudio, por los cuáles haya que someter a Alma a anestesia. Con respecto a los potenciales evocados auditivos, me dijo que había que realizarlos en caso que las otoemisiones acústicas delaten algún problema. Realizamos dos veces este último estudio, con resultados normales. El próximo será a los dos años de edad.
          Suelo ser una mamá bastante preguntona en las consultas. Leo bastante acerca de los protocolos médicos a seguir en el tratamiento de personas con SD y tengo que reconocer que cuando la pediatra no indica algún estudio, quedo un tanto preocupada. También, soy de las personas que creen que si la ciencia y la tecnología al servicio de la salud, pone en nuestras manos métodos de diagnóstico y de prevención (en muchos casos poco costosos, sencillos de realizar y no invasivos) es una picardía no realizarlos. ¿Por qué adivinar, suponer, quedarnos con la duda y lamentar después?
          La pediatra de Alma es muy tranquila, nada alarmista y bastante práctica; además de tener una calidez humana excepcional y estar siempre presente cuando la necesitamos. No crean que la molestamos con frecuencia, ella siempre se muestra sorprendida por las escasas oportunidades en las que tuvimos que visitarla fuera de las fechas de control, a tal punto que en la única consulta que hicimos por un resfrío leve, nos dijo: ¡"por fin veo a Alma con mocos"!
          Observando el camino recorrido en este año y medio, siento que no fue difícil. El inicio fue duro porque no sabíamos a qué nos enfrentábamos. Cuando el miedo cedió y comprendimos que teníamos un ser precioso en nuestras manos, nos relajamos y comenzamos a disfrutar a nuestra hija, a estimularla, a reír con ella y a descubrir que no había grandes diferencias con lo vivido con mis dos hijos sin SD. Sólo más controles médicos y terapias de estimulación fuera de casa. Después lo mismo que se le debe ofrecer a cualquier hijo: AMOR, CARICIAS, BESOS, ATENCIÓN, TIEMPO, MIRADAS, PALABRAS, JUEGO COMPARTIDO, CONFIANZA, SONRISAS, ESTÍMULO, PROTECCIÓN, etc.
          Una de las cosas más importantes: CREER EN NUESTROS HIJOS Y EN SUS INFINITAS POSIBILIDADES Y CAPACIDADES. No los describamos como seres alados, extraordinarios, bondadosos y eternos niños. No roguemos a la sociedad inclusión, demostremos junto a ellos todo lo que pueden, derribemos mitos. Ellos son capaces, pero necesitan que nosotros estemos convencidos de ello, porque somos su principal referente en la infancia, etapa en la que se perciben a través de nuestra mirada. Ellos se van a ver, como nosotros los veamos. Siempre busquemos objetivos de máxima, ya vamos a tener tiempo de modificarlos si es necesario. No los subestimemos nunca y ellos siempre nos van a sorprender.
          ¡Gracias Alma!



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